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martes, 29 de agosto de 2017

Pedro Salinas, El defensor, sobre la especialización. Poema: Renacimiento de Venus / Goyescas (with El Pelele) - Enrique Granados - Alicia De Larrocha



















Pedro Salinas, El defensor, sobre la especialización. Poema: Renacimiento de Venus

“... la especialización, que es una gloria indiscutible de la ciencia moderna, a la que el hombre debe beneficios innumerables, conlleva, enlazados, dos sentidos. En lo primero, especializar es concentrar un gran volumen de conocimientos, una alta energía intelectual, en un campo o punto problemático, de modo que lo incógnito ceda ante el empuje. Y concentrar presupone, claro está, un vasto poseer. Nunca se le ocurrió a ningún capitán batir en brecha una ciudad amurallada sin juntar el mayor material posible de potencia ofensiva. Pero especializar lleva asimismo implícita la actitud de restringir, de reducir la aplicación de la actividad pensante a un cierto espacio encogido, huyendo del estéril desparramamiento. Y por aquí se abrió paso un concepto degenerado de la especialización, que quería hacer pasar por tal, no a la seleccionada restricción del campo investigado, sino a la reducción y empobrecimiento de la cultura general del presunto especialista, del que no se exigían además dotes sobresalientes de inteligencia..."

"...Es el especialista que conoce una técnica de laboratorio, si es químico o biólogo, o que se ha dedicado a estudiar el uso de las preposiciones en el dialecto aragonés, y que cuando uno le habla, por ejemplo, de ir al teatro a ver una tragedia de Ibsen, contesta: “Mire usted, yo estoy siempre metido en lo mío. No tengo tiempo para esas cosas”. Al decir “esas cosas” nos mira con conmiseración, como a párvulos que aún no alcanzaron plena conciencia. “Cuando voy al teatro es para ver una cosa ligerita, para distraerme”. Y si se le propone la lectura de una novela de Proust o de un ensayo de Santayana, se reviste de un aire de dama virtuosa ante una insinuación vagamente deshonesta: “No puedo. Yo no leo literatura”. Y en el vocablo literatura condensa él todo lo que no sea tratados, monografías o tiradas aparte de su especialidad. Y lo gracioso es que lo dice con orgullo, pavoneándose de su analfabetismo…”

Pedro Salinas, El defensor

Renacimiento de Venus

Donde estuvo la nube ya no hay nube;
los ojos, que la piensan.

Absoluto celeste, azul unánime
sin ave, sin su anécdota.

Al célico sosiego otro marino
sosiego le contesta.

Las últimas congojas de la ola
playa se las consuela.

Tanto sollozo en leve espuma acaba,
y la espuma en la arena.

Le basta un color solo a tanto espacio,
sin vela que disienta.

El mar va por el mar buscado azules
y a un azul los eleva.

Está el día en el fiel. La luz, la sombra
ni más ni menos pesan.

Dentro del hombre ni esperanza empuja
ni memoria sujeta.

El presente, que tanto se ha negado,
hoy, aquí, ya, se entrega.

¡Presente, si, hay presente! Ojos absortos
felices le contemplan.

El tiempo abjura de su error, las horas,
y pasa sin saberlas.

Aves, ondinas, callan, y de voces
vacío el aire dejan.

La dilatada anchura del silencio
de silencio se llena.

Es el vivir tan tenue, que no ata;
la cautiva se suelta.

Por las campiñas, ya, del puro ser
viene, va, se recrea.

Está el mundo tan limpio, que es espejo:
la escapada lo estrena.

Radiante mediodía. En él, el alma
se reconoce: esencia.

Segunda, y la mejor, surge del mar
la Venus verdadera.



Goyescas (with El Pelele) - Enrique Granados - Alicia De Larrocha




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