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martes, 30 de mayo de 2017

E. M Cioran, Ese maldito yo, Tusquets Editores. - "...Aplicar un mismo tratamiento a un poeta y a un pensador me parece una falta de gusto...." / Apocalipsis según Cioran (parte 1) : "...Me he aburrido de calumniar el universo..."




Hay personas que, me consta, les choca leer a Cioran, no lo pasan. Es un provocador, un iconoclasta. No hay viso de la realidad al que no le adose su cartucho de dinamita para, acto seguido, encenderlo. La verdad es que con Cioran sucede, como con Nietzsche, sobre todo el Nietzsche de las notas póstumas, que fue tocado con el don de una enunciación que lo barrena todo. Yo, por mi parte, no dejo de leerle de cuando en cuando. Es un diálogo arduo, espinoso, que en veces cae en la discusión, pero sanador. Hay una suerte de catarsis en la incredulidad. Y si tomamos en cuenta que, quizás, el noventa o noventa y cinco por ciento de las “verdades” que se nos imparten desde el primer tetero, han sido un enorme invento humano más allegado al error que al concierto de madre natura, entonces, uno como que prefiere tener por amigos a este tipo de ácidos interlocutores, enemigos de las dobleces. Pues, es preferible (y aquí sí, al cien por ciento) dar cuenta de que no tenemos razón en casi nada de lo que nos tomamos por humana razón, para allegarnos siquiera un tanto al roce de lo divino. Como dijera, alguna vez, D. H. Lawrence en su poema Veneno:

Lo que ha matado a la humanidad -porque el grueso de la humanidad está muerto-
es la mentira;
la mentirosa afectación de parecer sentir lo que no sentimos.

En la breve anotación que citamos, por ejemplo, me parece que Cioran desnuda una gran verdad, en su primera propuesta o apuesta, primer párrafo. Pero no deja, en el segundo, de ponerle su ración de ácido a las dobleces del yo, anotación que tampoco está exenta de sus partes de verdad. Y, voy a repetirme, pienso que una frase o un aforismo pueden develar de un modo tan iluminador alguna faceta de nuestra psique, como acaso también lo pueda un extenso y sesudo tratado de mil páginas.  

lacl

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Aplicar un mismo tratamiento a un poeta y a un pensador me parece una falta de gusto. Hay materias que los filósofos no deberían tratar. Desarticular un poema como se desarticula un sistema es un delito, por no decir un sacrilegio.

Cosa curiosa: los poetas exultan cuando no comprenden lo que se dice sobre ellos. La jerga les halaga y les produce la ilusión de un ascenso. Semejante debilidad les rebaja al nivel de los glosadores.


E. M Cioran, Ese maldito yo, Tusquets Editores. 

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Apocalipsis según Cioran (parte 1)


"...Me he aburrido de calumniar el universo..." 

https://www.youtube.com/watch?v=cl-bVA1N0pc



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