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sábado, 8 de agosto de 2015

GUARIDA DE LOS POETAS - Miguel Veyrat - Razón del mirlo / Miguel Veyrat, en su voz




Miguel Veyrat

RAZÓN
DEL
MIRLO

De mirlo a mirlo… Un poeta es hijo de poetas. O es, al menos, hijo de la arrobadora voz que insufla en el oído interno de quienes se saben seducidos por La Diosa.

Miguel Veyrat nos apunta, en el introito del documento fílmico que agregamos más abajo, que tuvo la fortuna de contar con el aliento de la voz del poeta Luis Cernuda. Y a modo de preámbulo a la lectura de algunos versos de su “Razón del mirlo”,  nos cita un hermoso pasaje del libro "Ocnos" del sevillano.

Aquí dejamos algunos versos de “Razón del mirlo”, amén del ya citado documento fílmico…

Salud!
(lacl)

GEÓRGICA (I, 462)

¿PORQUE quién osaría llamar
embustero al sol? Y ¿quién
querría fiarse de la luz confusa
de la luna? Creímos
adivinar dónde se hallaba
el combate –mas no la poesía.
No nos sentimos capaces
de describir el sentido –sin
buscarlo en la inocencia
con que se dice a sí misma
la palabra, consciente de aquello
que la limita: La propia
herida que recibió Virgilio
vive callada en nuestro pecho
–pues aún reconocemos
al hundir los dedos en el barro
o el aliento, aquel vestigio
de la antigua llama. Mas un la
berinto siempre se aparece en
tre nosotros como patria definitiva
que se dibuja: Jamás Itaca.


ÍTACA

NUNCA hubo jardín. Tu nombre
es laberinto y la patria
perdida el hilo roto de tu hija
Adriana que el viento trae
y aleja, uncido al ritmo
entrecortado de lo vivo: Barre
las hojas de la especie
en tanto que tu pierna
herida de Rimbaud enhebra
de nuevo el camino
de regreso. Nunca hubo jardín
ni patria conocida. Tu nombre
es estela –y lo borran
constantes el viento y las mareas.


.
.

LA LIBERTAD DEL MIRLO

AMOR mío: La música siempre será
la misma mientras dure –rumor
de estrellas acordándose
con los verdes de hoja nueva
o rugidos de glaciares
pariendo nuevas fuentes: Angustia
o silencio de huevos y placentas
so la furia brutal del sol. Lo nuevo
es el tono imperceptible
con que cada mirlo entona
de rama en rama su propia canción –acorde
con los golpes de los vientos,
de los tiros, los desgarros y los cebos
del aire envenenado. El ave
no tiene mente –su memoria no es la suya;
libre de toda razón humana
ignora la muerte que le aguarda
entre las sombras impasibles
de la extinción de su especie. Su canto
suena –sobre los limos pensantes,
igual que la inocencia primera
inserta en la ficción del tiempo: Lleno
de ruido y de furia, tan bello
como inmenso y carente de sentido.



Miguel Veyrat: Razón del Mirlo (Renacimiento, 2009)
https://www.youtube.com/watch?v=Dg1bQXtU5yQ

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