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miércoles, 17 de noviembre de 2010

Ramos Sucre y los apotegmas



Ramos Sucre y los apotegmas

Los aforismos de José Antonio Ramos Sucre*, apretado manojo de saetas verbales, fueron publicados mayormente en Elite, Caracas, entre los años 1925 y 1929 (un año antes del suicidio del poeta). De joven, tuve la fortuna de toparme con un libro preparado por el poeta y crítico Rafael Ángel Insausti, en el que se compilaban textos del poeta cumanés publicados en periódicos y revistas, pero nunca antes recogidos en libro. La antología recogía, a la par, unas cuantas cartas suyas, en las que también aflora cierto puntillismo verbal del adagista. Lo primero que leí de Ramos Sucre fue ese libro al que, acertadamente, Insausti colocara el título de LOS AIRES DEL PRESAGIO** y quedé enteramente cautivado. Ramos Sucre es un artesano del lenguaje, lo que puede comprobarse al leer ese compendio de textos iniciales y trabajos perdidos y luego recuperados. Y uno se lamenta de que el infortunio, escondido en el ropaje de una insufrible hiperestesia, no le haya permitido vivir una vida más cónsona con el sosiego.

Siempre me ha subyugado la concisión del género aforístico. El culto de ese género luce más sencillo de lo que, en realidad, resulta ser. Los pocos aforismos de Ramos Sucre que llegaron a ver la luz, recopilados en LOS AIRES DEL PRESAGIO, exceden los requisitos de síntesis de este formulario tan del gusto de los escritores que suelen escarbar en zonas abisales para moldear un verbo cáustico o ironista. Claro que no todos sus textos son aforismos en el estricto sentido de la palabra, algunas de sus reflexiones van un poco más allá del requisito de concisión que exige el género. Pero eso es precisamente lo interesante. Ramos Sucre, un hombre culturalmente formado, no se impuso bridas para la expresión del pensamiento, eso hubiera sido un culto al academicismo. Cuando se impuso bridas, lo hizo en aras de lograr una poética más concisa y menos redundante. Pero ese es otro derrotero. Conformémonos, por el momento, con dejar acá un sucinto ramillete de sus adagios, preanunciado por uno de sus más sintéticos apotegmas:

“…Un idioma es el universo traducido a ese idioma…”

¿No hay cierto dejo de modernidad en esta sentencia? ¿No hay cierto elemento de consanguinidad con Kafka, Niestzche o Cioran?


GRANIZADA


- Leer es un acto de servilismo.


- El bien es el mal menor.


- La vida es un despilfarro.


- La vida es una afrenta; el organismo es una red de emuntorios.


- Vivir es morirse.


- Dios se ensaña con los pobres.


- Dios carece de existencia práctica.


- Dios es el soberano relegado y perezoso de una monarquía constitucional, en donde Satanás actúa de primer ministro.


- La verdad es el hecho.


- La filosofía nos pone en el caso de que la insultemos.


- La ignorancia nos lleva derecho al escepticismo, que es la actitud más juiciosa de nuestra mente.


- La historia consta de los hechos y de su explicación. Esta última es variable y sujeta a error, pero no debemos preocuparnos, porque el error es el principal agente de la civilización.


- La historia convenida y ortodoxa, catecismo de urbanidad y de modales correctos, se ensaña con el original y el cismático, y prodiga sus palmas al adocenado.


- La incertidumbre es la ley del universo.


- Dios es la ley primordial del Universo. Es, por consiguiente, inflexible.


‎- El lenguaje no consiente sinónimos, porque es individuante como el arte. Dos palabras, equivalentes en el diccionario, no pueden usarse la una por la otra en el discurso.


- El hombre ha inventado el símbolo porque no puede asir directamente la realidad.


(Publicados originalmente en Elite, Caracas, 07 de Septiembre de 1929.)


De sus cartas.


- La austeridad es una forma de crueldad.


- La mujer es una criatura celeste.


- Nací en la casa donde todo está prohibido.


- El hábito de la censura es tan sólo un desahogo de la soberbia, de creernos superiores a los demás, y la superioridad depende del punto de vista y es casi siempre ilusoria.



(De sus cartas a Dolores Emilia Madriz, año 1930.)



Luis Alejandro Contreras


* Cumana, Venezuela, 1890 – Ginebra, Suiza, 1930


** MONTEAVILA EDITORES, C. A. Colección El Dorado. Caracas, 1976


2 comentarios:

Melody dijo...

me encanta tu blog.
lo descubri hoy :)

date una vuelta por el mio cuando quieras >_<

Contracorriente dijo...

Gracias por el comentario, tan pronto tenga un momento, visito sus blogs. Ando en un corre y corre...